El último de Rodolfo Serrano.
Amarte tampoco es tan difícil.
Es el oirte hablar o ver la tele.
Que me des empujones mientras duermo,
ir contigo a la compra, hablar de libros
o que me pases la mano por la frente
cuando te digo que estoy
con fiebre y sueño.
No es difícil quererte apasionadamente.
Se trata de comer sin decir nada,
cada uno a lo suyo, y muchas veces
ni siquiera escuchar lo que me dices,
o enfadarme si no encuentro la camisa
que tanto te molesta y que me escondes.
Amarte con desesperación es muy sencillo.
Basta con sorprenderte sonriendo
cuando cuento un chiste malo o me comentas
la última que te han hecho en el trabajo.
Amarte también es cuando acaricio
tu piel por debajo del vestido
y te escucho decir: "¿es que estás tonto..?"
Al fin y al cabo, amar debe ser eso:
la rutina diaria que no puede
acabar con los besos que un día fueron
ni con los que aún nos quedan por delante.
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